Patrocinio Rodarte González's Obituary
Con profunda tristeza pero con esperanza en Cristo, la familia Rodarte Salazar comparte la partida de nuestro amado padre, abuelo y bisabuelo, Patrocinio Rodarte González (93), quien fue llamado a la presencia del Señor el 20 de Abril de 2025.
Nacido en Excamé, Tepechitlan, Zacatecas, hijo de Jesús Rodarte y Valentina González, fue el menor de nueve hermanos y el último de su generación —un verdadero legado viviente hasta el final.
En el año 1954, el aceptó a nuestro Señor Jesucristo como su Salvador, y desde entonces vivió una vida de fidelidad inquebrantable, caminando con Dios y siguiendo Su Palabra con firmeza. Su fe fue profunda, su alabanza sincera, y su testimonio impactó muchas vidas.
En los años 70, llegó junto a su amada esposa Esther Salazar a Tucson, Arizona, donde trabajó con esfuerzo y orgullo en la albañilería, edificando negocios y levantando estructuras. También sembró valores con su ejemplo, dejando una huella en la comunidad y en su familia.
Fue un pilar inquebrantable para sus hijos —Isaac, Josué, Benjamín, Esther y Liz— y una fuente constante de amor y guía para sus 20 nietos y 14 bisnietos. También fue una bendición para sobrinas, sobrinos, hermanos en la fe y amigos, quienes lo respetaron y lo amaron profundamente y lo admiraron por su sabiduría, humildad, bondad y amor cristiano.
Una de las cosas que nunca olvidaremos es su sonrisa, que siempre enseñaba a quienes lo rodeaban. Su forma de bromear y su risa contagiosa eran una extensión de su espíritu alegre y su carácter generoso.
Se gozaba con sus hijos y nietos/nietas, visitando a la familia, compartiendo conversaciones llenas de sabiduría y cariño, y aún más se gozaba cantando al Señor con su guitarra, elevando alabanzas que tocaban el alma. Hoy se extraña su voz, su presencia y su espíritu alegre, pero sabemos que su canto no ha cesado —solo ha cambiado de escenario, y ahora resuena en la eternidad. Su legado permanecerá vivo en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo.
Nos despedimos con gratitud por su vida, con gozo por su ejemplo, y con la esperanza de volver a reunirnos en la presencia del Señor.
"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe."
—2 Timoteo 4:7
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